¿De qué hablabas cuando te rodeábamos? De las revistas Gol y Gol que tanto te apasionaban, de tus cimarras desde Quilpué rumbo al Estadio Nacional para ver los hexagonales que se organizaban en la década del 60. Viste a Pelé y a tu jugador favorito: Corbata. Siempre hablabas de sus jugadas y de cómo estaba olvidado su nombre.

Cuando el gran Elías Figueroa vino al Diego a dar una charla, en medio de la multitud te encontró anónimo, humilde. Dejó todo lo que estaba haciendo y en ese momento cruzó entre la multitud para darte la mano. “Carlitos”, así te llamó… seguramente porque jugaron cuando eran niños en las juveniles de Quilpué. Alguna vez me contaste que Elías no era el mejor de ese grupo, que otros lo superaban, pero lo que hacía que su figura para ti fuera estelar era cómo contra todo pronóstico pudo llegar a ser un número uno.

Sí, esas historias eran las que más te gustaban. Los que no tenían cómo brillar y terminaban dando vuelta al destino.
De tus libros favoritos y de tus sueños también hay mucho que hablar. Disfrutabas con un texto de Luis “Zorro Álamos” llamado El Hombre y el Fútbol, te maravillaba que Álamos –a pesar de sus problemas de dicción y algo de tartamudez- sea el creador del Ballet Azul y de Colo Colo 73. No así del libro de don Punto Silva, llamado “El fútbol y Punto”, porque notabas que él no era quien escribía.

Tu leyenda amigo sigue creciendo. Llenaríamos un estadio con todos los que alguna vez gritamos un gol del Diego bajo tu batuta. Por esto, queremos que el estadio que tanto te dio y al que tanto le entregaste lleve tu nombre. Sí, estos pastos hoy trepan por las nubes y el firmamento, se mimetizan con el viento que aún evoca tus gritos a los gloriosos jugadores de nuestra selección.