Es verdad. Cuando el Diego desfila en la Corvi los aplausos se multiplican. La Banda suena siempre imponente, los Abanderados lucen impecables nuestros emblemas, aunque uno de los Cóndores esté sin una de sus alas. No importa, nada importa al momento de escucharse por los parlantes que el colegio que se apresta a salir es el Diego Echeverría.
Alrededor están antiguos apoderados, ex alumnos que llegan con sus chaquetas de Banda. Las autoridades admiran cómo los Bombos comienzan a llenarse de sangre. Sin sangre en el Bombo, no hubo buena presentación. Y luego el desfile que ex alumnos animan en el Estadio Carlos Moreira, literalmente peleando instrumentos o quien hace de Tambor Mayor.
En medio de los colegios agrupados en calle Arauco a quienes acompañamos a la delegación nos surgió una pregunta. ¿Cómo habrá sido un desfile en los años 50 o 60? ¿Cómo habrán sido las calles? Reconstruimos que el Hno Clemente debe haber estado en medio del batallón, o Rufino conversando con Tambor Mayor. Año a año, el patrimonio de la Banda es una réplica de lo que es el patrimonio marista: Las personas, son las personas el patrimonio.
Una fiesta, un encuentro de identidad. Junto a la institución más antigua de este colegio.