Es así, como el solemne portón de fierro que da la bienvenida a esta cuna de técnicos comienza a ver a los jóvenes que recordábamos con uniforme y rostro de niño ya transformados en estudiantes universitarios, miembros de las Fuerzas Armadas o trabajadores de las distintas empresas de la zona. Con uniforme o sin él, la meta ha sido la misma y es el orgullo de padres que nuevamente se instalan en el Diego para ver cómo hemos entregado a la sociedad una nueva generación de Técnicos.

Nuestra meta anual es específica, ambiciosa y deja evidencia de lo que se logra en los últimos años de estudio. Son décadas las que han sido testigos de cómo en cada grupo de jóvenes que egresan de nuestro colegio, hemos llegado a más de 100 titulados. Nos honra no haber bajado de esta marca y es un indicador de la calidad del producto que entregamos al país.

Agradecemos a las empresas que dan cabida a nuestros jóvenes en práctica. A menudo se nos reporta que son honrados, con amor al trabajo y responsables, respetuosos. Esto nos lleva a la reflexión respecto a la formación que en cada nuevo Técnico se ve manifiesta y que obedece a cómo fuimos agentes esenciales en la formación de una camada que es digna representante del Diego.