María ha sido desde siempre compañera fiel de los niños y jóvenes. Ella misma, siendo una joven sencilla, recibió de Dios la invitación a una gran misión: ser la Madre del Salvador y, como tal, acompañó los pasos de su Hijo para que se convirtiera en un hombre pleno, según la voluntad del Padre. Hoy el Señor confía a la Iglesia una gran misión también: salir al encuentro de nuestras comunidades y llevar a cada una la Buena Nueva, “para que tengan, en Jesús, vida abundante”.
María transparenta el modelo de vida al que Jesucristo nos invita, ella da centralidad al amor y al servicio en la construcción de estructuras más justas. Ella es pionera en la misión y sabe de encuentros verdaderos, por eso queremos que sea nuestra compañera de camino. Este lunes 7 de noviembre dimos inicio a este mes dedicado a nuestra Madre. En su abrazo tierno encontramos a Dios, ella nos acoge desde los dones de ternura, reparación y misericordia. Con la misión de vivir nuestro lema “La ternura de Dios en el abrazo de María” nos disponemos a vivir este mes.