Cerca de un centenar de padres escucharon atentamente la exposición de nuestro Representante del Provincial para la Misión y entendieron que el Encuentro pretendía recoger sus opiniones acerca del Tipo de Familia que queremos en nuestro Proyecto Educativo Institucional. Analizaron documentos, enmendaron, criticaron, suprimieron, unieron y propusieron nuevos principios e indicadores, todo en un ambiente de sana camaradería, en donde hubo tiempo para compartir, para reír, para bailar y para comprometerse con una tarea que no es fácil, pero que aceptaron como un verdadero desafío en el concierto del mundo actual.

Fue muy positivo el nivel de análisis que demostraron todos los grupos. El documento de trabajo fue literalmente desmenuzado. Se logró, por cierto, un excelente dominio de la nomenclatura, de modo que Principio e Indicador comenzó a instalarse en el uso de estas directivas.

Se logra distinguir a padres que están empoderados de sus roles. Se perciben como conscientes de la importancia de sus funciones. Se advierte que en nuestros colegios, las familias son consideradas elementos internos y no como un interlocutor alejado de las acciones educativas y evangelizadoras.

Los grupos se mostraron particularmente proclives a borrar de nuestros documentos todo rastro de discriminación, dando muestra de una gran apertura frente a quienes piensan y viven distinto. Solo queda la duda si en la práctica nuestros padres llegarán a las mismas conclusiones.

El plenario de cierre se daba por hecho que la familia existe. Y fue desde ese punto de partida que se generaron todas las conclusiones y aportes. Sin embargo, cabe todavía instalar en futuras reflexiones y encuentros una realidad que cada vez es más notoria y desafiante: ¿qué sucede cuando no hay familia? ¿Qué hacemos cuando lo que los apoderados llaman “el pilar fundamental de la educación” no existe?

Fueron partidarios los padres de preocuparse de los papás que no están, que no van a los colegios, que no participan, que “dejan” a sus hijos en ellos. Y se distingue que esto es un denominador común en todas las obras.

Consideramos que hubo gran espíritu de familia marista. Los regalos que se intercambiaron fueron reflejo de lo que denominamos “un solo corazón, un mismo espíritu”.

Por eso, destaca el que los papás tiene una idea muy clara del colegio “el que los hijos sean felices” y a nosotros le agregamos dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, lo que hace la simbiosis perfecta.

Por último, haciendo mención al Modelo Marista de Evangelización, se consensua que nos va dando muchos caminos y resalta que la educación marista es bidireccional: porque el colegio al evangelizar se transforma en “la familia del alumno” y viceversa.

Un agradecimiento fraterno sincero a las familias presentes que, a no dudarlo, enriquecerá la visión del Sector.

Entrevista Hermano Mariano