Es una celebración nacional. Las clases se detienen y los estudiantes de Chile se asumen orgullosos en su condición de jóvenes en formación.

Según dicen las cátedras universitarias, “Alumno” esconde el concepto “sin luz”: sería una palabra compuesta por el prefijo “a” que significa sin, ausencia o carencia y de la raíz “lumen – luminis” que significa luz; por tanto, alumno significaría “sin luz”. Sin embargo, esta información no es correcta.

La verdad es la siguiente: alumno no es una palabra compuesta, y viene del sustantivo latín alumnus – alumni, que significa discípulo. Además, hace referencia a la persona criada o educada desde su niñez por alguno respecto de éste. En este sentido, todos somos alumnos durante toda la vida, ya que nunca dejamos de aprender de alguien. Más aún si nos llamamos católicos: son discípulos de un Maestro que es Cristo.

La magia de este día es que todos somos evangelizadores y todos somos evangelizados. Nuestros alumnos y sus ocurrencias, las convivencias llenas de churrascos y completos en las que compartimos junto al libro de clases; sus disfraces, las competencias en las que se jugaron alguna tarde libre, el tradicional partido de fútbol entre profesores y Centro de Estudiantes. O la Batucada conformada por alumnos músicos que se dieron el tiempo para enseñar a alumnos profesores.

Algunas postales del 11 de mayo caminan junto a la luz de los que respiran el carisma marista.